sábado, 27 de noviembre de 2010

EL GENERAL EN SU LABERINTO,,, GABRIEL GARCIA MARQUEZ


“Empezaban a florecer los primeros nardos de la madrugada”, la amante del general salía de la vida de éste rumbo al adiós definitivo, dejando tras de sí toda la historia que les había marcado a fuego la propiedad perpetua, estaban a 2600 metros sobre el nivel del mar bajo aquella llovizna milenaria de Santa Fe, Bogotá. Con la vida empacada y la traición al acecho.
La independencia americana integradora y compacta, se perdió en la búsqueda de la unificación continental y empezó a desmembrarse de modo parcelario, subdividiendo la historia en territorios independientes que consagraron el uso de su libertad a la concentración de todos sus rencores
cruda, vulgar, atropellada, la historia de Latinoamérica está escrita sin sutilezas; se erige abrupta en el fondo de todos nuestros pasos; sangrienta y majestuosa, mostrando sin piedad los límites de todas nuestras ausencias en el cúmulo  de carencias que constituyen el vínculo que nos da identidad mientras suprime de golpe al individuo, de tal modo que no es posible saber si nuestras semejanzas son el devenir natural de la ejecución de la sentencia de la conquista o un implante post-independentista dada la correlación continua entre nuestras batallas, que internas o externas por tener la misma procedencia, terminan siendo ilógicas, impositivas, absolutas
La modernidad insoportable no soslaya la necesidad de nombrar, así llamamos “bromance” al amor incondicional entre amigos, dos hombres heterosexuales encuentran en la complicidad de la amistad un vínculo irrompible; interminable, surgido de la afinidad como un golpe certero, cimbrando el centro de la virilidad. Sin que el término existiera, la independencia latinoamericana está poblada de este tipo de recuerdos, hombres muy hombres poniendo la vida y la seguridad en las manos de otros leales que compartían la misma ensoñación; un estado magnífico, que como piedra única brillara de este lado del mar, libre del yugo español. No se pudo porque no se podía, la ambición construye un plan más allá de todos los planes de justicia, y somos un rosario de perlas semejantes, naciones sujetas a una familiaridad que las ata en un collar de exuberancias con el sello rotundo del exotismo pleno
Gabriel Gracia Márquez desgarra la intimidad de la historia del personaje más representativo de la independencia continental, exponiendo en perfecto Caribe el ideal idiosincrático de la comunidad latinoamericana, castellanizando el paisaje y mostrándonos “los últimos fulgores de la vida que nunca más, por los siglos de los siglos, volvería a repetirse” en un protagonista desnudo de todas las liviandades del culto, exponiendo el capricho, el dolo, la maledicencia de un truchimán profético, hilarante, cerrero, con el clavel de los románticos en el ojal de la gloria que le estaba predestinada
El lenguaje es esta intuición provocadora que nos vive, nos sueña y transpola del ámbito fragmentos que nos mueven, nos tocan, nos seducen, nos convierten al momento de leer en un instrumento del dialogo del autor, en la parte abrumadora del ritmo que nos palpa, y sangre y ojos y pasado se ponen a disposición de quien nombra los nombres de nuestra vulnerabilidad. Atentos, despiadados, somos víctimas del precio que nos hemos puesto al haber sido jueces del gusto que nos rige, García Márquez sabe usar estos ritmos, coloca el adjetivo inútil en el sitio propicio, para que al adaptarse al ritmo termine haciéndonos daño; el veneno que se lee, una lenta y sabia cocción de hierbas toxicas que al estar en contacto con el torrente sanguíneo, lo dejan a merced de un vicio inhóspito
“La soledad de la gloria solo puede compararse a la soledad del poder” ha dicho nuestro autor cuando se habla de su propia soledad y confiere la especificidad irrevocable de su prosa para  afirmar “una cosa es la inspiración, otra cosa es el argumento”. Así cabalga en la estructura de cada uno de sus relatos, proveyendo a cada personaje de instrumentos dignos que les impidan desmerecer frente a la organización de una novela, mientras afirma “este colombiano errante y nostálgico, no es más que una cifra señalada por la suerte”
Vasto y sublime, García Márquez engendra en “El general en su laberinto” la leyenda de un hombre que regreso por mar para sembrar la libertad en un continente encadenado, se trata del último viaje por el rio Magdalena del General Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar y Palacios, quien “Había arrebatado al dominio español un imperio cinco veces más vasto que las Europas, había dirigido veinte años de guerras para mantenerlo libre y unido, y lo había gobernado con pulso firme hasta la semana anterior, pero a la hora de irse no se llevaba ni siquiera el consuelo de que se lo creyeran”